domingo, 11 de febrero de 2018

El Burdel de las Pedrarias



Termino de leer la maravillosa narrativa de Ricardo Pasos Marciacq en el Burdel de las Pedrarias y no tengo nada más que agradecer. Esta novela histórica cargada de erotismo, también tiene una condición existencial como diría Vallejos (Hay goles en la vida, tan fuertes....¡Yo no sé! ) que al cerrar el libro que por extenso que parezca lo lees de corrido en tres o cuatro noches, ensimismado, sin moverte, sueñas y amaneces, sigues pensando todo el tiempo sobre la conquista, sus valores sus antivalores, ¿y porque no? recreas y lo vuelves a hacer el génesis de nuestro proyecto de nación.



 La historia comienza con el arribo de Isabel de Bobadilla en 1532 a la provincia de Nicaragua, fue esposa de Pedrarias Dávila y viene a reclamar su encomienda procedente de España. Se asienta en el puerto del Realejo. Lo que sigue es un ir y venir por los intereses de la época.



Es innegable también la condición de filósofo en Pasos que va novelando, establece un puente entre lo que fue y lo que será, son las autores que ven la luz, pero describen también la sombra. Ricardo Pasos cuenta, nos seduce con su ficción que se mezcla con la realidad tan bien documentada, que se vuelve un cronista de Indias, un antropólogo, un estudioso del lenguaje originario y de su cultura.



Es un cronista, va contando una travesía un viaje, nos mueve de un punto a otro por esa geografía fundacional de la conquista. Su lectura me remite a otros maestros de la novela Joseph Conrad en El corazón de las tinieblas o en El amor en los tiempos del cólera de García Márquez, donde la navegación, la descripción de los puertos, de los paisajes que se van descubriendo, se vuelve magia, nos regresa al Edén en una nueva tierra.